Debido a que el sistema respiratorio es el intermediario entre nuestro organismo y el ambiente externo, la boca y la nariz son la puerta para que los patógenos entren y salgan de nuestro cuerpo.
La mascarilla actúa como barrera al paso de estos elementos, evitando que entren y salgan, protegiéndonos de contagiarnos y evitando que contagiemos a otros.
En un entorno hospitalario, el uso de una mascarilla garantiza la protección de los profesionales de la salud, y sobre todo protege a los pacientes de posibles infecciones.